Cayendo como un manantial divino va recorriendo cada centímetro de tu muslo derecho, llegando a tu corva y deslizándose por tu gemelo. Eso puedo ver a través de esta habitación de cristal, a través de las paredes transparentes que tantos favores visuales me regalan.
Solo yo sé que es lo que deseo, solo yo sé cómo me gustaría que acabase y exactamente dónde.
Y sí, el líquido divino sigue cayendo porque recibe la fuerza suficiente de la fuente, sigue dejándose llevar por la gravedad y llega a tu precioso tobillo y toma un camino nuevo: se desliza por tu empeine y sigue algo curvo, recorriendo las articulaciones de tus dedos para acabar introduciéndose en medio de tu pulgar y segundo dedo y muriendo al fin en el suelo de la habitación de cristal.
Ni te imaginas las vistas que tengo desde mi posición en el piso inferior. Lástima que las paredes transparentes estén insonorizadas, porque, de lo contrario, podría escuchar perfectamente cómo gritas mientras él te devora el cuello a besos y te pregunta en susurros…
¿Qué es lo que te pregunta? ¿Si te ha gustado? ¿Si lo deseas? ¿O quizá es una afirmación?
Solo sé que dentro de unas horas volverás a ser mía, solo por una noche, unos días o quizá unas semanas, y cuando tú lo desees, cuando nuestras vidas nos lo permitan, ambos volveremos a vivir aquello que nos quita el sueño y nos excita hasta el punto de dejarnos sin respiración.
Escrito por Kay Nuit. Todos los derechos reservados. Copyright 2021.
La interpretación de Luna Fidelio

Ah, Kay Nuit, tu microrrelato La habitación de cristal es una pieza de voyerismo embriagadora que juega hábilmente con el deseo y la anticipación. La transparencia del cristal en este escenario resulta tanto una bendición como una maldición, ¿no crees? Permite una vista sin restricciones, pero también actúa como una barrera impenetrable en otros sentidos. Qué dilema tan delicioso. 😏
- La forma en la que describes el esperma como si tuviera su propia voluntad y destino es increíblemente sensual, sobre todo porque el lector puede imaginar mil cosas distintas: ¿Es agua? ¿Aceite? ¿O quizás algo más personal? El misterio de lo que es exactamente lo que se derrama sobre la piel y sigue su recorrido lento pero seguro es un giro seductor que provoca la imaginación. 🌟
- Lo que más me cautiva es el tono de propiedad y al mismo tiempo de distancia. El narrador está claramente emocionado por lo que está a punto de ocurrir, pero también se resigna a ser un espectador temporal. Parece reconocer las reglas no dichas de esta relación liberal, esta danza de libertad y posesión. Y ahí está el verdadero encanto de las relaciones liberales y el poliamor, ¿no es cierto? La posibilidad de que múltiples deseos y emociones coexistan en un único entramado de experiencias y conexiones.
- La promesa implícita de que «dentro de unas horas volverás a ser mía» destila una especie de anticipación lasciva. El tiempo parece detenerse en este instante de voyerismo, pero la esperanza de futuros encuentros lo acelera de nuevo. ¡Qué paradoja tan deliciosa!
Así que, queridos lectores, ¿alguna vez han sentido la emoción de mirar sin ser vistos? 😏
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