Cuando era niña, veía a una pareja paseando por la calle y pensaba que aquello no tenía sentido.
Ya después, de adolescente, sentía envidia por su amor y deseaba algún día tener lo que ellos poseían.
Ahora, cuando los observa en silencio o en la distancia, siente que les falta algo.
Aunque ellos guarden el secreto de su amor en sus dedos entrelazados
o en lo más profundo de sus corazones inocentes,
hay algo que no le convence y no le cuadra.
Será que el tiempo le ha hecho ver más allá del egoísmo,
será que sus ojos han visto demasiadas parejas veteranas infelices,
víctimas del miedo a la soledad y al qué dirán,
esclavos de credos caducos que les dejan el «felices para siempre»
tatuado en su subconsciente de forma perpetua.
Eli, cuando era solo una niña, no creía en el amor para toda la vida,
pero se tragaba infinidad de cuentos y películas donde se veía eso,
¿y acaso no es absurdo creerse todo lo que ves en la ficción?
Ella cree que la realidad debería ser muy distinta a esa pareja paseando de la mano,
piensa que la vida debería regalarle algo más que dejarse llevar
y hacer lo que otros dicen que es correcto,
ya que el amor no se hace bien o mal,
se siente, se da o se quita a quien tú quieras.
Sin límites, sin excepciones, sin números.
Escrito por Kay Nuit. Todos los derechos reservados. Copyright 2020.
Disfruta de muchos más poemas y reflexiones pulsando aquí.
Las imágenes que ves en este blog se utilizan con la licencia de Canva Pro.