Una novela sobre infidelidades y relaciones abiertas
Así comienza esta novela erótica:
«Conducía intentando no dormirme por el camino. Por suerte llovía, y las gotas, al golpear la luna delantera del coche, impedían que cerrase los ojos por momentos. Eso y el CD que tenía puesto de Despistaos, un grupo que descubrí hace años al ver una serie de adolescentes que para nada le pegaba a un tipo como yo. Pulsé el botón de avanzar canción hasta que llegué a la que me gustaba de ese disco, y tarareé mi parte favorita:
…si te parece, yo pago la cena y brindamos para celebrarlo
con copas de amor a la luz de tus piernas. ¿Qué quieres que diga, si ya no me entero? Que doy lo que sea por mojarme en ti…
En lo único que pensaba al volver a casa después de un largo día era en echar un buen polvo con mi novia Dafne. Pero claro, eso era imposible porque siempre que nos acostábamos ella se limitaba a permanecer a mi lado con el rostro iluminado por su teléfono. Le encantaba ver algún que otro capítulo de alguna serie aleatoria antes de irse a dormir. Yo solía acercarme por detrás, y le daba un beso en el hombro y después en el cuello. Y a veces daba resultado, quizá una o dos veces por semana. De esa forma, podía al fin dormirme. El resto de los días, no me quedaba otra opción que marcharme al baño y masturbarme fantaseando con mil y un escenarios distintos. Y en ninguno de ellos aparecía Dafne, lo reconozco. Ya ni recordaba cuándo había sido fácil el sexo con ella.
Conseguí aparcar a la primera y justo delante de la puerta de nuestra casa pareada. Era lo bueno de vivir en un lugar alejado de la gran ciudad como lo es Sa Ràpita. Todo gracias a Dafne y a la herencia que le dejaron sus abuelos a ella y a Anabel, su hermana. Por suerte (o por desgracia) esta última se había ido de Mallorca hacía unos años… Eso sí, si alguna vez su hermana se separaba de su novio y volvía a la isla, tendríamos que cederle alguna habitación. O si a ambos les iba mal el negocio de él y tenían que refugiarse en alguna parte. Ese fue el trato.
Al bajarme de mi coche, me fijé en las luces navideñas de colores que habían puesto algunos vecinos en sus portales, y sonreí de forma amarga. Aquel año no decoramos el exterior, simplemente nos limitamos a colocar un triste arbolito de Navidad en el salón. Justo en ese momento se acercó un coche. Era Kevin, mi vecino de enfrente. Aparcó también delante de su puerta y se bajó a toda prisa. Ni alcanzó a verme, ya que la lluvia no remitía. ¿Quién hubiese adivinado aquella soleada mañana que por la tarde caería aquel chaparrón? Lo bueno de aquello era que las calles se limpiaban, y quedaba en el ambiente ese reconfortante olor a tierra mojada, petricor lo llaman.
Saqué las llaves a toda prisa, entré en el porche de casa y abrí la puerta. Enseguida me invadió un aroma familiar, aunque no supe bien de qué se trataba. Las luces estaban encendidas y la calefacción a tope. Maldita sea, pensé, ya verías qué gracia me hacía cuando viese llegar la factura de la luz. Al menos el arbolito que había junto al televisor tenía las luces de led. ¡Vaya un consuelo!
Se escuchaban algunas voces al fondo, parecía que en la cocina. Dejé mi chaqueta en el colgador junto a la puerta y, cuando estaba a mitad de camino hacia la cocina, las voces se apagaron y escuché unos pasos que se acercaban. No tardé en ver a mi novia y a su hermana Anabel con una expresión de felicidad increíble.
—¡Sorpresa! —gritaron al unísono.
Anabel corrió hacia mí y yo abrí los brazos, sonriéndole como un tonto y acogiéndola en un fuerte achuchón. Al levantarla unos centímetros del suelo, como siempre, noté sus dos pechos operados pegados a mi esternón…»
Acerca del autor
El origen de esta novela erótica
Siempre me ha gustado reflejar distintos puntos de vista en mis libros sobre relaciones liberales, porque cada personaje tiene una forma única de ver el mundo y de sentir las relaciones. Y, por supuesto, siempre me he preguntado aquello de… ¿qué pasaría si una pareja se viese envuelta en una historia de infidelidades y sentimientos reprimidos con otros miembros de su familia?
Por ello, partiendo de experiencias y pensamientos del día a día, además de lo contado en mi otra novela, El sexo de las gardenias, he dado forma poco a poco a esta historia, con la que espero que pases un buen rato y disfrutes con todos sus personajes. Está claro que todo lo que escribes es ficción, la mejor forma de embellecer la realidad y darle un toque especial.
En este libro me alejo un poco del poliamor, algo que ya reflejé en mi anterior novela, y voy directo al deseo, a las relaciones de dos personas, a los actos espontáneos de personajes que anhelan algo más allá de su rutina. Pero, como es lógico, también ofrezco una alternativa, una salida a lo que planteo al principio de la historia. Porque siempre hay solución para todo y no es la típica que puedes ver en las películas o libros románticos. ¿Quieres descubrirlo por ti mismo?
Descubre el resto de mis libros:
También han hecho posible esta novela:
Corrección: María Bravo.
Ilustraciones: Nana Moonish.
Maqueta y diseño de cubierta: Kay Nuit.